A los americanos les encantan estas histórias de redención, renacimiento o como lo queráis llamar. Esta madrugada Mickey Rourke, el sucesor de Brando que se acabó convirtiendo en un bala perdida, ha ganado el Globo de Oro al mejor Actor en Drama por The Wrestler, de Darren Aronofski, al parecer (por la unanímidad de las opiniones de los que la han visto) merecidamente.
Quien nos lo iba a decir: primero Jean Claude Van Damme con su magnífica interpretación en JCVD y ahora Rourke, dos actores descarrilados por los excesos y las malas elecciones en sus vida personales, regresan del Hades de la serie B para convertirse en héroes del cine independiente.
La mejor parte es que Mickey Rourke sigue siendo el chiflado de siempre, y eso es tremendo, porque parece un tipo totalmente impredecible: su futuro puede ser brillante o inexistente, depende de las ganas que tenga de salvar su carrera.
Esperemos que si las tenga.
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