martes, 21 de octubre de 2008

Sitges ´08 : Vinyan


De las dos películas francesas a competición, Vinyan era la que me atraía más, por su temática, su reparto y tambien por ver si su director, Françoise Du Welz, era otro de esos nuevos valores del cine galo al que había que seguir. La respuesta es que si: Du Welz construye un film cuya atmosfera malsana atrapa al espectador como pocas.

Una pareja que ha perdido a su hijo en el Tsunami del sudeste asiático, cree reconocerle en un video promocional de una ONG. Moverán cielo y tierra intentando encontrarle vivo, pero su viaje en busca de la esperanza se convertirá poco a poco en un viaje al infierno.

Esta no es una peli fácil de ver, en absoluto. Trata un tema muy duro, la perdida de un hijo, y lo hace llevando a los que más sufren la tragedia, los padres, directamente al infierno, que es perderse en un mar de islas desconocidas con un capitan en el que no puedes confiar en absoluto, sabiendo que las posibilidades de encontrar a tu hijo perdido, y volver con vida, son cási nulas.
Un viaje a la locura, como Apocalypse Now, así es Vinyan.


Fabrice Du Welz crea una atmosfera en todo el film que no se puede calificar sino de malsana, malrrollista. Ya no sólo con esa fotografía cruda, sino con efectos de sonído, y con los tremendos paisajes por los que viaja la pareja, en absoluto paradisíacos, sino más bien terroríficos.
La ambientación del film es uno de los grandes puntos a favor de la peli, estan perfectamente plasmadas las emociones por las que pasan los protagonistas, esa sensación de estar constantemente perdidos, ya sea en la ciudad o en la naturaleza, con la vida pendiente de un hilo.

La naturaleza juega un papel muy importante en la pelicula, en este caso es un medio hostil más, otro enemigo en el camino de los protagonistas. Ya no se trata sólo de los habitantes de cada pueblo miserable que encuentran , o los traficantes con los que se relacionan para llegar hasta allí: es el fango, la lluvia, los mares, la jungla... todo esta en su contra en el viaje.


El trabajo de los dos actores protagonistas es magnífico.
Emmanuelle Beart esta esplendida como madre que ha perdido más que un hijo, que ha perdido las ganas de vivir, y la razón. Su interpretación es a partes iguales fragílidad y coraje.
Rufus Sewell interpreta al sentido común y la sensatez, pero sin perder el cariño de su mujer. En este papel vuelve a demostrar que es un actor injustamente olvidado, tiene carisma y fuerza para esto y más.

Una película muy de Festival, que dificilmente llegará a tener ningún tipo de exito en las salas comerciales, por incomoda, a pesar de ser un film más que apreciable.

8 de 10

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